jueves, 14 de enero de 2016

Excursión a la laguna Esmeralda y algo más....


El sábado 9 de enero el día amaneció bueno, toda una novedad después de una semana de constantes vientos fuertes que nos impidieron salir de barco. Así que, como no tenía guardia, me pareció el día ideal para ir a conocer la laguna Esmeralda. Según las fotos que había visto y los comentarios que había escuchado, merecía mucho la pena. Y así fue.
Gabi y yo salimos del barco en la lancha de las 12 y tras una visita a la oficina de turismo para pedir información, nos dirigimos hacia la parada de combis, que es como aquí llaman a los microbuses que salen de la ciudad hasta diferentes puntos de interés turístico.
Por 250 pesos cada uno, sacamos el billete de ida y vuelta hasta el inicio de la ruta; en un punto situado a unos 20 km de Ushuaia por la Ruta Nacional 3, carretera que tiene un extremo aquí y que forma parte de la Ruta Panamericana que une Alaska con Tierra de Fuego, tras casi 30.000 km.

Ruta Nacional 3, a su paso por el punto de inicio de nuestro camino.

A las 13:40 comenzamos a caminar. Teníamos por delante 4,5 km de sendero perfectamente señalizado y la intención de volver para coger el combi de las 18:00. El día estaba nublado la mayor parte del tiempo, aunque aquí, como es tan cambiante, durante la ruta tuvimos momentos de sol y también de lluvia ligera y viento. A veces sobraba la ropa por el calor y a veces pasábamos algo de frío.

Espeso bosque de lengas en los primeros tramos del camino.

Al principio, el camino atraviesa un bosque de lengas cerradísimo, donde la luz apenas llega al suelo. Esto, junto con la pobreza del terreno arenoso, hace que prácticamente no halla vegetación de suelo y esté cubierto de troncos muertos. Hay una sensación de mucho contraste entre las copas llenas de vida y el suelo sin ella. Además el silencio en el bosque es total pues apenas hay aves. Solo se oye el viento.
Después de una media hora en el bosque, este empieza a clarear y en un momento llegamos a un espacio abierto, con el suelo pantanoso y troncos de árboles muertos pero que permanecen en pie. Nos encontramos las primeras presas de castores.

Primeras castoreras del camino. Se ven troncos de árboles secos debido a la inundación permanente de sus raíces.

Pronto se llega a una gran llanura sin árboles, atravesada por un río que tiene numerosas presas. Se ve algún dique de más de un metro de altura y más de diez de ancho y la isla-madriguera en medio del agua remansada.

Arboles caídos y superficie desforestada a ambos lados del río, debido a las actividades de los castores.

Siempre me han llamado la atención los castores e iba con la cámara preparada por si alguno se pusiese a tiro, pero no fue así, pues son de hábitos nocturnos o crepusculares. El aspecto negativo de esto, es que los castores son una especie introducida por el hombre y su proliferación está causando graves daños al equilibrio ecológico en toda la región de Tierra del Fuego. Fueron introducidos a mediados del siglo XX para explotar sus pieles, pero, ante la falta de enemigos naturales, proliferaron tanto que ahora son una plaga. Los daños que causan en el entorno no son solo porque comen madera y hojas de los árboles y los utilizan para hacer diques, sino que como consecuencia de estos diques, se modifica el curso del río y se anegan llanuras y los arboles de las mismas mueren. También se modifica el régimen de los ríos y la forma de transporte de sedimentos, provocando erosión del terreno. En su hábitat natural, en los bosques canadienses, estos problemas no ocurren porque, además de tener depredadores naturales como el lobo y el oso, los árboles de aquel entorno no mueren por estar en terrenos encharcados.

Vista general de la mayor presa de las que vimos.
El dique, calculado a ojo,  tendría un metro de altura y más de diez de largo. Aunque con dificultad tambien se aprecia la isla madriguera, cercana a la otra orilla.


Lo cierto es que, cuando venía en el avión, ya observé la cantidad de árboles muertos que había a las orillas de los ríos pero no me imaginaba cual era la causa.
El problema es tan serio que los gobiernos de Argentina y Chile han creado programas de erradicación, pagando a cazadores autorizados por sus capturas. De estas capturas se aprovecha la piel de la cola y la carne para comida de animales y también hay intentos de introducirla para consumo humano.

Continuando el camino, volvemos a atravesar un bosque en un duro repecho de unos 10 minutos. Al ir ascendiendo, el tamaño de las lengas va disminuyendo, primero hasta parecer simples arbustos y luego desparecer por completo. En ese momento ya adivinamos el final de la ruta al final del valle donde se ve el glaciar Ojo del Albino, origen de la laguna. 

Una pequeña parada cerca ya del final.

La laguna no la veremos hasta el último momento; la oculta una pequeña colina originada por los materiales arrastrados por el glaciar. Seguramente, cuando el glaciar se retiró, esta colina hizo de cierre para la salida del agua del deshielo y se formó la laguna. Recordando los tiempos del BUP, creo que es el ejemplo más claro que he visto de lago de origen glaciar, que tanto se esforzaban en explicarnos con dibujos en la pizarra.

Ultimos metros sin poder ver aún la laguna. La espera hasta el final hace aún más impresionante la primera visión.
Detalle de lo que queda del glaciar Ojo del Albino que en su retirada creó la laguna.

El color de las aguas sorprende y, como en las orillas hay una pequeña franja de playa de grava fina y blanca, podría uno pensar que está en una playa caribeña, aunque el viento frío que soplaba y las nubes negras soltando alguna gota de agua, nos recordaban que no era así.



Vista general y detalle a ras de agua de la laguna Esmeralda.

Comimos el bocata protegidos entre los árboles y regresamos al punto de origen por el mismo camino.
La idea, una vez de vuelta en Ushuaia, era tomar algo mientras esperábamos la lancha de las 20:00 para el barco. Pero las cosas sucedieron de manera muy distinta. El mar había empeorado repentinamente debido al fuerte viento y al poco tiempo llegó la noticia de que no podían venir a buscarnos y que harían un intento a las 22:00. Mientras esperábamos, nos encontramos con otros cinco compañeros que estaban en la misma situación. Para las diez, la situación, lejos de mejorar, había ido a peor y ahí empezó nuestra odisea.
Casi de noche, con frío, lluvia y viento, con lo puesto de ropa, con poco dinero, con poca batería en los móviles, con los hoteles de la ciudad repletos y los que no a unos precios desorbitados,… conseguimos dormir a techo en una academia de idiomas, convertida en verano en albergue para mochileros. 

Esperando para volver a bordo.

Al día siguiente, el temporal continuaba y a ello se sumó el cansancio acumulado (de la caminata del día anterior y de haber salido a conocer la noche fueguina, todo hay que decirlo), con la misma ropa y sin un solo peso disponible en ningún cajero de la ciudad. Tuvimos que pasar otro día y otra noche, esta vez durmiendo en un sitio mucho mejor pero tras haber tenido que negociar con la dueña, que no aceptaba pago con tarjeta, pero sí aceptó el pago en euros enviados desde el barco cuando pudieran venir a buscarnos. Durante la segunda noche, el tiempo mejoró y se concertó un barqueo para las ocho de la mañana y, tras un poco de suspense, pues justo a las siete el viento empezó a soplar con fuerza otra vez, a las ocho y media de la mañana estábamos de nuevo a bordo.

No recuerdo haber estado nunca antes tan contento de volver a pisar la cubierta.

Algunos dicen que no piensan volver a salir hasta que el barco esté bien amarrado al muelle. No sé yo, me da la impresión que tendremos fondeo para rato, así que según vayan pasando los días seguro que van cambiando de opinión.

7 comentarios:

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  2. Mario aprovecha y sigue haciéndonos partícipes de tus aventuras...jejeje. Envidia sana y muchos buenos recuerdos. Un abrazo enorme desde Asturias. Igor.

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  3. Una pasada esos diques de castores. No sabía que los hubiera tan al sur. Una pena no fotografiarlos.
    Un abrazo Mario.

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    1. La verdad es que sí Arturo, casi me gustó más ver los diques que la propia laguna. Ya me gustaría estar por allí al atardecer a ver si los pillo pero me queda lejos y no tengo medios para ir :-(

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  4. Guauuu! Qué pasada! Este blog me encanta! Mario, tú sigue con tus excursiones porque luego lo detallas todo tan bien aquí que parece que camino con ustedes por todos esos lugares. De nuevo, envidia sana. Dale saludos a Gabi. Un abrazo enorme!

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    1. Gracias Jenny...seguro que Gabi se da por saludado, ya lo tengo fichado como seguidor del blog. Se trajo una Go-pro...a ver si grabamos algo chulo por la Antartida para ponerlo aquí.

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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