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viernes, 29 de julio de 2016

Fin de campaña

Se acabó Bocats. El 27 de julio a mediodía atracamos en Reikiavik dando por concluida la campaña que empezó en Vigo hace cuarenta días. Ahora queda recoger, unos días de descanso en puerto, el personal científico y técnico desembarcará y la tripulación volveremos en con el barco a Vigo donde será nuestro relevo.

 

Fueron cuarenta días de mar, la gran mayoría con el cielo gris y sin ver nada más que agua. Ciento veintitrés estaciones de muestreo de CTD (agua) y aproximadamente una de cada tres también con la Box Corer (fondo) además de la suelta y recogida de varias boyas oceanográficas y los datos analizados en continuo por los sensores del buque.

 

  

  

         



Aparte del trabajo y de los días grises también hubo ratos de ruptura de rutinas, ratos de esos de los que hablé en una entrada pasada.
Por el camino vimos algunos animales marinos; unas pocas ballenas y bastantes calderones y delfines de vez en cuando. En cuanto a las aves ganó por absoluta mayoría el fulmar. Aves muy parecidas a las gaviotas, bastante curiosas pues se acercaban al barco para curiosear pero no tan atrevidas como las gaviotas. No recuerdo que ninguno se haya atrevido a posarse en cubierta, ni siquiera sobre un palo o una grúa.

  

 

Barcos muy pocos, ahora mismo solo recuerdo el rolón Cygnus Leader que nos cruzamos a primeros de julio que iba desde Rotterdam a Halifax en Canadá y la visita entre la niebla del oceanográfico estadounidense Neil Armstrong con el que coincidimos en la misma zona de trabajo cerca ya de Groenlandia y que ahora está aquí atracado a nuestro lado. Además del intercambio de saludos por radio nos sobrevoló su dron para tomar unas imágenes que esperamos obtener estos días.





Después llegamos hasta dos millas de la costa de Groenlandia. En su extremo sur, una costa muy agreste y sin rastro de presencia humana. Allí disfrutamos del sol de medianoche detrás de las montañas y entre las nubes y una mañana soleada que nos permitió sacar bonitas fotos de las montañas y algún iceberg lejano.




Y luego a bordo, ratos para la charla distendida haciendo un alto en el trabajo, música en directo, un campeonato internacional de pin-pon con triunfo con campeón y subcampeón franceses, disfrutar de la comida, visitas explicativas al puente y a la sala de máquinas para los científicos y charlas divulgativas sobre sus investigaciones por de parte de los científicos para la tripulación y técnicos y alguna cosa más que seguro que ahora no me viene a la mente.

 
 


  
 


En definitiva, una campaña más finalizada con éxito para el historial del B/O Sarmiento de Gamboa, tal como se puede comprobar en las sonrisas que muestran  en estas ultimas fotos con María (capitán) y Fiz (jefe científico) nada más concluir la última inmersión de la roseta y la foto de fin de campaña que se hizo a continuación.



sábado, 2 de julio de 2016

La roseta

Seguramente han sido miles las CTDs que se han hecho estando yo a bordo y hasta hoy nunca me había parado a interesarme realmente que es lo que se hace con este equipo, y la verdad es que es más de lo que yo pensaba.

Son las cuatro y media de la tarde del 28 de junio; el Sarmiento acaba de posicionarse en el punto designado como Estación 24, un lugar del océano Atlántico situado a 43º07’N y 17º04’O y con una profundidad de 3780 m. Cuando, desde el puente, el primer oficial de cubierta, confirma que puede empezar la maniobra, el personal de guardia en ese momento, que son los marineros Alberto y Oscar y el técnico de la UTM Gustavo, se ponen manos a la obra. La operación consiste primero en abrir el portón lateral del buque y después mediante la grúa y la maquinilla de cable  echar al agua la roseta. Seguramente es la operación más repetida de todas las maniobras oceanográficas que hace el barco.

El técnico de la UTM Gustavo hace los últimos ajustes en la roseta antes de ser echada al agua.
  
Alberto, Oscar y Gustavo en plena maniobra


         
Vistas de la roseta a punto de tocar el agua.
  


La roseta que se está utilizando esta campaña cuenta con 28 botellas preparadas para coger agua cada una a distinta profundidad. Cuenta además con un CTD (Conductivity Temperature Deep) que hace un perfil de la conductividad y la temperatura en toda la columna de agua por la que desciende y un LADCP (Lower Acustical Doppler Current Profile) que mediante el efecto doppler permite hacer un perfil de la velocidad de la corriente en la columna de agua en cuestión.



         Vistas desde arriba y desde el lado de la roseta CTD LADCP utilizada esta campaña

Una vez la roseta está en el agua, los marineros se retiran para continuar con sus otros quehaceres a bordo mientras que el técnico Gustavo se dirige al laboratorio de equipos electrónicos desde donde controlará el resto de la maniobra a través de pantallas de datos y cuadros de mandos.

Ahora se trata de descender la roseta hasta casi tocar el fondo, a 3780 metros, a una velocidad de 40 m/min, lo que significa que estará descendiendo durante hora y media aproximadamente.
En este caso la roseta se llevó hasta 8 metros sobre la superficie y en ese punto se dio orden de cerrar la primera botella. Estas órdenes se transmiten a través del cable que la une al barco y por tanto además de como medio de izado por su interior es un cable de datos.


Gustavo en la sala de control de equipos oceanográficos y maquinilla de cable de la roseta, con sus 8000 metros de cable perfectamente estibado que permiten un control perfecto de la maniobra en cuanto a precisión en metros alcanzados y velocidad de subida o bajada
  


Al disponer de 28 botellas la altura a la que se cierra cada una es decisión del responsable de la campaña en función del objetivo de la misma. En el caso de esta estación, con sus 3780 metros de profundidad se estableció que desde el fondo hasta los 1000 metros para la superficie se cerraba una botella cada 250 metros,  de ahí para arriba cada 100 y las últimas cada 50. Para ello, a cada altura determinada, la maquinilla de izado se detiene, la botella correspondiente se cierra y la maquinilla continua subiendo la roseta.

Como dato curioso en este caso por ejemplo, el agua en el fondo estaba a -1ºC y cuando llegó a la superficie esta temperatura ya había subido a 5ºC. Aún así, quienes procesan las muestras una vez la roseta está a bordo comentan que acaban con las manos entumecidas debido al frío tras muestrear las 28 botellas.

Alrededor de las 19:30, tres horas después de haber sido echada al agua, la roseta vuelve a la superficie y tras una rápida maniobra es depositada en la vía húmeda. 


       



        

Arriba, Patricia, Susa y Maribel, tapada por la roseta :-(, en pleno proceso de muestreo. Abajo detalle de la toma de muestras y recipientes para guardarlas.


Ahora es el turno del equipo de muestreo. En este caso formado por tres chicas, Patricia, Susa y Maribel. Me comentan que esta es una estación de las que en el argot de la campaña denominan “corta”. Esto quiere decir que del agua de cada botella, una vez procesada en el laboratorio, se registraran los datos de oxígeno disuelto, pH, nutrientes y salinidad. En las “largas” además de los citados se toman datos de CFC, carbono total, alcalinidad y DOC. Metódicamente Susa y Maribel van extrayendo frasquitos de muestra y depositándolos en los recipientes adecuados, mientras Patricia toma anotaciones en una tablilla. El orden es fundamental porque la campaña tiene previstas más de 120 estaciones y las muestras recogidas serán miles.

Mientras ellas se concentran en su tarea, el Sarmiento se pone en movimiento en rumbo a la estación 25. Una más, una menos ;-).